En la era 2.0, buscar la conexión perfecta se ha convertido en una cuestión vital. Y no, no hablo sólo de tener un wifi óptimo para cotillear en Instagram o postear como locos en Twitter. Conectamos con personas por todo el mundo, con bloggers, investigadores y usuarios que tienen los mismos intereses que nosotros.
A menudo, y aunque a la old school le cueste asumirlo, conectamos con empresarios, enviamos nuestros CV y hacemos propuestas, incluso, a posibles inversores. Justo de eso se trataba Fi2, un foro de innovación que se celebró en Tenerife Espacio de las Artes la pasada semana y que pretendía aunar ideas, capital y personas.
A lo largo y ancho de sus stands, las ideas brotaban y aquello que pensaste que no sería posible te tropezaba de bruces al cruzar una esquina. Impresoras 3D, maquetas de origami o harina de plátano: todos tenían su espacio.
Por si fuera poco, el programa se completaba con charlas, talleres y debates, donde los minúsculos seres que nos paseábamos por allí nos topábamos con grandes profesionales que, si algo tenían claro, era que sabían de lo que hablaban.
Personalmente, el haber pasado dos jornadas aprendiendo de gente que innova y se desenvuelve en sectores totalmente diferentes al mío, fue bastante enriquecedor. Si bien el jueves mi atención fue toda para unas charlas sobre la importancia del diseño en Pymes, donde participaron entre otros El Estudio y la Casita Café y Omnívoro Estudio y Mar de Nube, el viernes la tarde discurrió en un ambiente más distendido y diverso.
En la sala B del recinto capitalino tuvieron lugar un conjunto de microcharlas en las que, partiendo de la innovación, se habló de apps, arquitectura, economía, publicidad y turismo. Su corta duración, de tan sólo 6 minutos, obligó a los asistentes a prestar muchísima atención e investigar posteriormente si de verdad querían conocer algo más del tema.
No puedo acabar mi artículo sin felicitar a todas las empresas y personas que pusieron su granito de arena para que esta edición de Fi2 fuera un éxito. Yo, personalmente y desde el desconocimiento de las tecnologías en su parte más técnica, tengo que quedarme con el que se convirtió en mi stand favorito, el de Ecouvenir, una empresa dedicada a crear souvenirs útiles y ecológicos.
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